miércoles, 26 de febrero de 2020

Concesión del perdón

En medio del concepto del perdón, siento una mezcla de pasiones que se alejan una de la otra:
El amor, que jura que olvidará todo lo hecho y que buscará su camino propio en pos de la sanación.
La culpa, que rememora lo deshonesto cometido en el despecho.
La extrañación, que pone en evidencia el inconcluso negocio del deseo.
Y la tristeza, que trae un recuerdo tuyo, que quisiera que no existiera.
Y en mi torpe intento de alejarme, ¡cómo quisiera tu cercanía, y el cariño que se entiende como falso, y el bienestar que existe cuando se ignora al desengaño!
Quisiera borrar el doloroso esfuerzo de mi mente ilusa y que el tiempo me dejara distraerme en otras empresas del pasado, para sufrir menos (porque sufriría muchísimo menos), en vez de saberte existente y burlador de lo único que tenía y que te di sin saber su poco valor, a parecer tuyo.

Una espalda


Te levanta un muro respirante, de suaves y accidentadas paredes, tibio al tacto, donde se hunden los dedos de mis lamentos.
Muro vivo y fuerte, siempre alerta, con base ágil y cúpula alegre y joven, que invita a la caricia de tus pilares.
Muro que abrazaba a veces mi semblante con dos grandes puentes que juntaban nuestros corazones.
Aun lloro por el exilio fuera de ese muro, sin haberme nunca refugiado honesto. Mientras no tenga de mi amor embajador, siempre recordaré el muro de tu ciudad.

sábado, 27 de mayo de 2017

6 años después

Despues de tantos años vuelvo a encontrar este rincón perdido de mi alma! Me sorprende lo que me podía sacar alguna frase llorosa, como de mujer atormentada. qué equivocada estaba. No conocía otras cosas y aun muchas me faltan pero he visto lo fácil que es suplir el desamor con amistad, la sed de atención con cerveza y los sueños de grandeza con la contemplación de la creación.

Y yo que pensaba que esta vida todo era pertenecer a otro, ser querido. sí, es mucho, pero no lo es todo. Vivan para siempre aquellos que rompieron corazones de mujeres inexpertas para crear incrédulas aventureras, escépticas científicas de las reacciones humanas y dueñas de la experiencia, porque si bien se ganan el odio de quienes no tienen permitido amarles, pronto se ganan el agradecimiento de romper un corazón inflado de clichés y esperanzas para que quede un espacio tan grande en el pecho que solo se pueda llenar con fuerza, aventura, carácter y mucha felicidad.

domingo, 30 de enero de 2011

Me dijo un loco.

Un loco me dijo un día:
Te enamoraste de la persona equivocada: buscabas alguien que te quisiera, y no alguen para querer.
¿Tendría razón aquel loco? No sé. Yo quería que tú me quisieras porque yo ya te quería, porque te quería sin condiciones y cada sombra humana que te conformaba era una razón más para quererte.
¿Era eso verdadero amor?¿Era el amor desesperación de tu ausencia y bonanza de tu presencia? ¿O cómo es el amor?
Yo no lo conozco y creo que tú tampoco. Cometí el error de irritar en ti la culpa de no quererme, hiriéndome así yo misma a través de ti, a través de la duda de si mi declaración despertaría en ti un amor dormido o un simple experimento...Pero has sido prudente, y has preferido callar a mentir o a ser fatalmente sincero. Me lleva esto a buscar el vicio para tratar de olvidar tus dudas, y al mismo tiempo mis convicciones.
Y cuando veo cuan difícil es tratar de llevar la vida como era antes de ti, cuando es imposible borrar tantas cosas dichas, me agovia pensar que tal vez soy demasiado para tí, cuando para mí eres no suficiente, sino lo único que me ha hecho feliz.

Dicen que el amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta, y aunque suene egoísta, después de tanto tiempo, sigo sufriéndote, sigo creyendo que algún día tu amor será tan espontáneo como el mío, sigo esperando que me lo digas, y sigo soportando que no sea así...Lo único a lo que le temo es al destino, porque no sé qué piensa él de todo esto, ni cuánto tiempo durará mi destino contigo, o si algún día podré verte de frente y guardar el sosiego si esto no funciona al final, aunque ni siquiera tenga un principio... Tú que sientes?

jueves, 26 de agosto de 2010

Le bel indien

Le bel indien, il est pres de moi, a chaque fois, je le trouve, mais il ne sait pas que j'existe...mille fois il m'est apparu, il est toujours différent...il est pres, il est loin, il est toujours dans son coin, dans mon sommeil je le trouve meme, en me donnant des fluers, me disant 'je t'aime'. Trois fois mon reve ne songe qu'a lui, il y a son nom que parfois s'en fuit, puis il regarde fixe au ciel, qui allume encore ses yeux de miel, j'adore sa voix qui crie la vie, baiser sa bouche, ma seule envie; Ce bel indien a pensé fin, il debarrasse toujours ma faim de pleurer, de lui dire, que tout pres de la mort, y aura mon amour, jusqu'a la fin du monde....

viernes, 25 de junio de 2010

Lutecia

Cuando vi las maravillas de Lutecia, en verdad me impresioné...no las imprimí, sólo quería que formaran parte de mis recuerdos...en Lutecia viví, sin saber que aún vivía, porque pensaba que en Lutecia sólo había gente sin vida, sin recuerdos ni nada...en Lutecia los hombres son grises, todos inalcanzables, mi cabeza roza el borde del hombro de cualquiera de ellos, pero entre tantos hombre grises, había otros como yo, que venían de fuera, porque las maravillas de Lutecia eran tan maravillosas que menospreciaban las maravillas de sus casas...y cuando vine, o sólo anhelaba las maravillas de mi casa, de la tierra que volaba al paso de los caballos y la risa de las gentes, éso era lo que yo quería, y los otros...los otros tal vez estaban arrepentidos, porque en Lutecia todos se vuelven grises, de tal manera que yo me volví como los hombres de Lutecia...y siendo gris como ellos, no volví a añorar las risas del Anahuac, ni el calor del trópico, un poco lejano, pero que calentaba mi lecho...ahora soy, o estoy como los de Lutecia, que no admiran nada dentro de sí, que siempre admiran lo demás porque creen que es inferior, porque en la simplicidad de los grises que no eran grises, encuentran el conforte, para decir: En Lutecia todo es más facil, y aunque es así, sé que los de Lutecia son grises, y lo gris me deprime, y soy gris, porque lo gris es como la enfermedad, o como la alegría, tarde o temprano termina contagíandose, y debajo de mi color gris, cuando sonrío, o recuerdo vagamente la brisa del Anahuac, los grises me dicen: -Tienes un rubor, ¿acaso no eres de Lutecia, cómo nosotros?
Muchos lo saben, otros no lo acreditan, otros fingen no saberlo, y aunque soy gris, como los de Lutecia, jamás seré gris por dentro...